lunes, 26 de abril de 2010

1ª RUTA PRESOPLAO 2010: EL INFIERNO DE LA SIERRA POBRE DE MADRID

Dura, muy dura ruta por la Sierra pobre de Madrid, saliendo desde el la presa del Pontón de la Oliva, subiendo cada picachu hasta la aldea de la Vereda, atravesando el Collado de las Palomas, para terminar bajando un trialera pedregosa hasta el punto de inicio.




Día fresquito el que se presentaba el 1 de Abril, con poquitas nubes que nos impedían acariciar esos fantásticos rayos de luz que van manteniendo calentito mientras pedaleas. Salimos a las 9:30, media hora de retraso sobre lo previsto. La primera parte del recorrido está formado por pista de buen rodaje, subidas y bajadas para mantener un buen ritmo hasta una especie de collado- explanada frondosa donde realizamos en primer pit-stop, barrita, foto de grupo y palante.




A partir de esta zona el terreno se complicaba en cuanto a desnivel y calidad del suelo; Borre nos mantiene en el punto, hasta que llega un giro de 135 grados a la izquierda; esto se complica. Durisimas rampas en piso suelto donde cada uno se las apañaba como podía para mantenerse sobre la bici. "Esto va a ser muy duro", pensamos todos. Las vistas eran preciosas y el camino pintaba de bajada, por tanto decidimos tomarnos un platanito y echarnos una foto de cine, pensando que, de momento, estaba todo echo; ERROR!!!!!!!









Pasados 200 metros del platano, no encontramos una dura rampa, y otra, y otra, y curva cerrada, piedra suelta, Dios mío!!! esto qué es???? si solo llevamos 27 kms. Conseguimos sobrevivir a este Calvario y sin más dilación, nos lanzamos en descanso rápido y peligroso hasta un cruce de caminos. Momento en el cual nos intercambiamos los guantes porque el sol no terminaba de salir, aunque estaba ahí. Trás el parón, comenzamos un subida que a la postre se iba a convertir en la más larga, y nosotros sin saber nada. Pasamos por la aldea de la Vereda, solitaria aldea solo desdibujada por los coches y quads que se sentían atraidos por lo único habitado de la zona: UN BAR.






Poco después de pasar la Vereda, decidimos para para comer esos suculentos bocatas de fiambre, con su zumito de postre, alentados por el rugido de nuestros estómagos vacios.





"En algún momento tenemos que empezar a bajar, hemos subido mucho", comentamos. Pero lo cierto es que no había tregua, no hubo tregua hasta el collado de las palomas. Pero antes hubo que superar dos tramos que nos se los deseo ni a mi peor enemigo.











La altura alcanzada era considerable, como muestra la nieve que hacía acto de presencia.



A parir de aquí, terreno más favorable, aunque no quita que nos metieramos unas cuantas subiditas más, para vaciar nuestra reservas de Glucógeno. Gracias al "Gloria de Frutos Secos" del Mercadona que nos tenía preparado German, conseguimos reanudar la marcha y, además, hacerlo a muy buen ritmo. No tuvimos más remedio que derrapar en una fuerte bajada al divisar una especie de fuente de agua, en la que no dudamos repostar nuestros bidones y mochilas.









Después de salir vivos de la última bajada de escándalo, nos adentramos en una zona acogedora donde el verde de los prados, los caminos limpios y sunuisos, formaban parte ya de la recompensa por el esfuerzo realizado.





Aquí el pastor de Griñón, oseaso "germanbike", dispuesto a todo para poder apartar a un mama vaca y su ternero de nuestro itinerario. No solo tuvimos que sortear el ganado, sino un pedazo de río que nos dejó los pies y las pantorrillas más fríos que el público de un concierto de Nana Mouskury.



Un último repecho y una trialera de puedras que nos terminaros lo poco de brazos que nos quedaba, fué lo más destacable hasta final de la aventura.

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