martes, 15 de septiembre de 2009

GRAN VUELTA POR LOS PINARES DE VALSAIN: 150909

Que ganas tenía de entrar en el foro y poder comprobar lo bien que lo pasamos el sábado pasado.

Cuando uno madruga tanto durante la semana y, no conforme con eso, se levanta el sábado a las siete menos cuarto para hacerse 105 km’s en coche, pegarse el palizón padre desde las diez menos cuarto de la mañana hasta las ocho menos cuarto de la tarde con una bici por la sierra de Madrid, que no es precisamente terreno llano, es porque debe estar un poco “enganchao” a esto del “mountain bike”. Pero claro, si te topas con una ruta tan entretenida, tan espectacular “paisajisticamente” hablando y, con la enorme calidad humana de los compañeros de fatigas, pues, entonces, es difícil desengancharse.

Desde el primer km ya estábamos pedaleando por caminos y sendas que a mí (y a mí negrita) nos gustas rodar: rápidos, cruzando arroyitos, subidas y bajadas, pinares enormes, vegetaciónmuy tullida, puentecillos.

Poco después ya vino el asfalto y la subida a la fuente de la reina donde paramos a echarnos un plátano.

Me transformé en enfermero del samur y le aplique a Carla una pequeña dosis de clorhexidina (comercialmente conocida como cristalmina, recomendación de un buen amigo mío bombero, el culpable de mi afición por la bici) para desinfectar, cómo le escocia a la pobre!!.Cruzamos la pradera de la fuenfría y “tos parriba” hasta alcanzar el cerro de la camorca. La subida se hace dura y es que hay algunos tramos que exigen mucha potencia de piernas y una cierta técnica para no quedarse a mitad de la cuesta. Aquí hecho mano del manual de pedro-s, que es un maestro en el arte de subir trialeras (y bajar).

El lugar es espectacular, a pesar de haber estado allí hace, apenas, dos meses, se me pone la piel de gallina. Hacemos un montón de fotos, junto a la foto de grupo típica de Toni en sus salidas. Poco después nos lanzamos por un camino un poco complicado para algunos y bastante fácil y divertido para otros (a mí me pasaron tres o cuatro tan rápido, que me fue imposible identificarlos). Enlazamos con el camino de santiago, seguimos bajando a una velocidad de vértigo, aunque no exento de peligro a cada pestañeo; había que ponerle los cinco sentidos en el asunto. El señor Juako pinchó y descansamos otro ratito, cosa que no nos vino nada mal. Tras un tramo de asfalto, no exento de belleza, giramos por una zona muy poblada de pinos, con una bajado rápida hasta cruzar un arroyo, que pudimos atravesar sin la menor dificultad. No hubiéramos dicho lo mismo si la época hubiera sido más fresquita, Toni tuvo que tirar de imaginación para poder cruzarlo porque la fuerza del agua le arrastraba. Creo recordar que en este punto hubo otro pinchazo, tras el cual pudimos contemplar el majestuoso “pinar de la acebeda”, majestuoso por su belleza en la que combina grandes pinos con espesa vegetación, vaya contraste!!!.

El único punto de barro de toda la ruta estaba aquí, para que yo fuera y Zas!!! Nrain me pilló.

Al terminar esta zona espectacular, bajamos un km de asfalto hasta otra zona no menos espectacular. El sendero era estrecho y juguetón, donde los más intrépidos supieron sortear los diversos obstáculos que se iban presentando; otros nos tuvimos que conformar con admirar esta bonita zona en los tramos complicados. Ahora tocaba lo más duro: zona conocida por los del grupo Illescas, sí, ese punto en el que tras pasar la valla y encarar la cuesta, Toni salto: “Es por la izquierda”, a lo que todos nos quedamos mirándonos unos a otros y pensando internamente… “”¿Por la izquierda, por dónde?”” Ahí no había nada, solo hiervas y matorrales (claro que era otra época). Cogimos el sendero seco y polvoriento, remontando hasta coger el camino que nos llevaría a la cruz de la Gallega; objeto de deseo. Marta tuvo un pequeño tironcillo, que supero como una campeona. Solo quedaba bajar hasta Valsain. Pero la bajada se me antoja un poco complicada en un par de curvas, y mi amigo vallisoletano dio buena cuenta de ello. Yo iba detrás y pude contemplar la caída. Me asusté. La curva era muy cerrada y un leve contacto con la arenilla provoco el fatal desenlace. Afortunadamente no hubo que lamentar daños mayores (como dicen en los telediarios), aunque los rasguños fueron importante, sobre todo en el brazo. De nuevo la cristalmina (esta vez con una dosis generosa) y el betadine se puso en marcha, ya en la fuente de Valsaín. De aquí al coche solo quedaba una pequeña rampa para terminar de agotar las reservas de glucosa.


La opcional de la tarde me dejó sin palabras….

Ha sido un verdadero placer.